Cuando se rellenan, enrollan y estofan lonchas finas de carne, pollo, pescado o verduras, la receta se denomina “roulade” o rollo, un plato popular desde el siglo XVIII.
Una de las primeras recetas de un rollo se puede encontrar en Le Cuisinier Gascon, un libro de cocina publicado en Ámsterdam en 1740. Los rollos de carne de vaca rellenos de panceta, pepinillos y mostaza, o las hojas de repollo blanco rellenas de carne picada, se encuentran entre los platos clásicos de la cocina casera europea, mientras que el rollo de platija con relleno de langosta es un plato que representa lo mejor de la alta gastronomía.
¿Qué tienen los rollos para haberse convertido en un plato popular durante casi 300 años?
Son sencillos. Una vez preparados, únicamente hay que dejar que se estofen tranquilamente sin necesidad de prestarles mucha atención, siempre que haya suficiente caldo en el recipiente.
Son sofisticados. En el exterior, un delicado filete de platija o de ternera tierna; en el interior, la inesperada explosión de sabor de un relleno de langosta o de pepinillos encurtidos, un segundo sabor escondido.
Son versátiles. Tanto si se trata de carne de vaca, ternera o cordero, caza, pollo o pavo, cualquier carne que se pueda cortar en lonchas finas longitudinales es adecuada. Y la platija no es el único pescado que se puede enrollar, sino que también se pueden utilizar el lenguado, el salmón, el atún y el merlán. Lo mismo ocurre con las verduras de hoja, pudiéndose utilizar las hojas del repollo blanco y rojo, la berza, las acelgas o el Pak Choi. En cuanto al relleno, existe una gran variedad de opciones: setas, verduras, hierbas, carne picada, tortilla, queso... cualquier alimento que se cueza más rápido que el envoltorio es adecuado.