El consumo de cerveza va a la baja en todo el mundo, pero la cantidad de cervezas especiales y nobles crece constantemente: Levadura, lúpulo y malta es cosa de ayer, tomillo y curaçao, cilantro y jengibre son hoy en día los preferidos del paladar de los más exigentes.
Tiene el aspecto de una pequeña botella de champán, pero tiene el precio de champán de lujo: Jacobsen Vintage No 3 de la cervecería Carlsberg con un precio de 2000 coronas (aprox. 275 Euro para 0.375 lts.) es en la actualidad la cerveza más cara del mundo. En un complejo proceso se va eliminando la levadura ya fermentada y se sustituye por levadura fresca. Luego la cerveza va madurando con un volumen de alcohol del 16% en barrica, en las que antes se había almacenado pinot blanco, de la región francesa de Côte d´Or. ¿Y al final qué sabor tiene esta cerveza para gourmets de serie limitada a 1000 botellas? “Es una mezcla de vainilla, caramelo, roble ahumado, sherry y madeira”, en palabras del destilador. La Crown Ambassador Reserve Lager de la australiana Crown Company, perteneciente al Grupo Foster´s y que sale al mercado cada año desde 2008 en una serie limitada de 5000 botellas, es una verdadera ganga con su precio de 50 euros por botella. También el Grupo Radeberger, que pertenece a la multinacional Dr. Oetker, sufre debido al menor consumo de cerveza en Alemania y se queja por las despiadadas guerras de precios. Bajo la denominación Braufactum, este grupo ofrece aprox. 50 especialidades cerveceras a precios de entre 2.99 y 29.90 euros por botella.
Hoy en día también se elaboran en Italia, Brasil, EE.UU, Ucrania y Burma cervezas de alto nivel, que dejan muy atrás a las cervezas tradicionales en los concursos internacionales. Por ejemplo, la cervecera 32 Via dei birrai en Pederobba, cerca de Venecia, fundada por Fabiano Toffolis en 2006. Su cerveza Oppale, de alta fermentación y marcado sabor a lúpulo, recuerda a la Indian Pale Ale de EE.UU. y se ha convertido en un objeto de culto como la Curmi, elaborada mezclando cilantro y cáscara de naranja.
Lo que es nuevo para los italianos ya tiene mucha tradición para los belgas: la cerveza de invierno N’Ice Chouffe de la brasería d’Achouffe en Moortgat, Bélgica, se condimenta con tomillo y curaçao y despliega un aroma de cáscara de naranja para embriagar al paladar con sabores especiados y ligeramente amargos de chocolate negro.